martes, 22 de mayo de 2012

El flautista de Hamelín



Aunque actualmente se les considera como material para niños, los cuentos de hadas constituyen en realidad un inmenso cúmulo de sabiduría popular así como una puerta abierta a los temores, problemáticas y pensamientos de una época, formando así una tradición que pasa de generación en generación enriqueciéndola con su propia y particular visión. Son relatos que probablemente partieron sobre un hecho real, pero que al ser pasados de boca en boca fueron nutriéndose de fantasías, que por un lado atraían a los oyentes y por el otro les dejaban una lección de sabiduría y una advertencia de lo que podía ser la vida en la sociedad. De modo que vale la pena reparar en ellos, desmenuzarlos y analizarlos para extraer una verdad casi mágica de entre los personajes infantiles, y para ello comenzaremos con un cuento clásico de la tradición alemana, El flautista de Hamelín.

El flautista de Hamelín cuenta la historia de un poblado alemán, Hamelín o Hameln, cuyos habitantes sufren una plaga de ratas que amenaza su vida, sus hogares y sus cosechas. Casualmente pasaba por ahí un excéntrico hombre que decidió ayudar al poblado y para ello sacó de su bolsa una flauta y comenzó a tocar una desconocida melodía, al escuchar las notas todos los roedores salieron de entre las casas y fue así como el flautista se llevó a la plaga que casi destruye una población.

El cuento infantil llega hasta ahí, las ratas se van con el flautista, pero de hecho la leyenda original, que fue plasmada en la Crónica del reinado de Carlos IX de Prosper Mérimée, nos dice que efectivamente el pueblo de Hamelín fue víctima de las ratas, hasta que un día un extraño hombre se acercó a decir que él era capaz de liberar al pueblo de los animales a cambio de cien ducados; los habitantes, desesperados , aceptaron la propuesta, fue así como el curioso hombre sacó de su bolsa una flauta de broce y empezó a tocar, saliendo así todos los roedores, que en una especie de trance siguieron al flautista, hasta que este se metió al río ahogando de ese modo a todos los animalitos.

Pero el lado oscuro de la historia está en lo que pasó después. Ya libres de las ratas, los pobladores se negaron a pagar los cien ducados, y el flautista furioso, prometió vengarse. Días después, mientras los adultos atendían a misa, el hombre misterioso se presentó de nuevo y comenzó a tocar con una flauta diferente a la anterior, de ese modo, todos los niños salieron detrás del músico hasta entrar en una cueva del cercano cerro de Koppenberg de la que jamás volvieron a salir.

Aunque algunos la consideraron una historia real, avalada por un antiguo vitral que muestra a un par de niños caminando tras un flautista ubicado en la catedral de Hamelín, la leyenda poco a poco se fue deformando hasta convertirse en el cuento del flautista mágico que domina a los animales.

Muchos aseguran que esta leyenda puede referirse a los niños que partieron a la famosa y malograda Cruzada de los Niños; pero algunos otros atribuyen la historia a la colonización de las tierras del Este de Europa, cuando cientos de jóvenes emigraron para establecerse hacia el este, en el relato de Mérimée este hecho se ve reflejado en la historia de los niños alemanes que aparecieron en Transilvania y que acaso “¿Serían los chiquillos de Hameln, que el diablo los había transportado?”.

Finalmente hay quienes aseguran que simplemente se trata de alguna catástrofe: la peste, una inundación, una guerra, que barrío con muchas vidas, de modo que el cuento del flautista surgió para guardar el recuerdo de aquellos que aún siendo demasiado jóvenes también perecieron.

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